Un mundo creado para el
bienestar de tu peludo

Pimienta Pets nace desde el amor más profundo… un amor que empezó en casa, en pareja, con maullidos, juegos y despedidas difíciles.

Todo comenzó en el año 2020, cuando dos de nuestros gaticos fallecieron. Ese momento tan doloroso se convirtió también en un punto de partida. Porque detrás de Pimienta Pets hay una historia de familia, de aprendizaje y sobre todo, de gratitud.

Yo llegué al mundo de los gatos gracias a mi esposo. Este año cumplimos 18 años de casados, y uno de los regalos más hermosos que él me ha dado fue presentarme a los gatos. Él llegó a mi vida con nuestro primer gatico, y con él aprendí lo que significa amar a un gato, respetar sus tiempos, entender sus silencios, y disfrutar su compañía.

Después quise que tuviera un compañero... y luego llegó un tercero. Nuestra primera gatica se llamaba Spike. Luego vinieron Lancelot y Scar. Éramos una familia completa.

Cuando teníamos unos doce o trece años de casados, Spike falleció. Nos quedamos con Lancelot y Scar, quienes siguieron llenando nuestros días de amor y travesuras, hasta que también partieron.

Cuando mis hijos peludos murieron, empecé a buscar una solución… algo que pudiera haberlos ayudado a sentirse mejor. Fue así como encontré los collares de feromonas. Me di cuenta de que funcionaban muy bien y quise traerlos a Medellín para ofrecérselos a otras personas. Mi deseo era claro: brindar lo que yo no tuve en ese momento tan duro. Una herramienta que ayudara a calmar, aliviar y acompañar a nuestros hijos peludos en situaciones difíciles. Siempre con precios justos, porque todos merecen acceso a productos de calidad.

Los nuevos miembros de la familia llegaron poco después. Sufrí una caída el 26 de octubre, y en medio de esa recuperación fue que mis gaticos enfermaron y murieron: Scar el 6 de noviembre, y Lance el 10. El vacío fue inmenso. Aunque mi esposo también sufría, yo me sentía completamente sola. Ya no tenía quién me esperara en la puerta o maullara pidiendo comida o cariño.

Al principio pensé que no iba a volver a tener gatos. Pero muy pronto, sentí en el alma que necesitaba uno más. Contacté a una rescatista, quien me habló de un gatico y su mamá que habían sido maltratados y tenían mucho miedo. Ella me pidió que los adoptara juntos, porque cuando intentaron separarlos, ambos se enfermaron.

Cuando llegamos por ellos, fue como si supieran que su nueva vida comenzaba: se subieron al guacal por sí solos. A él lo llamamos Berlín, y a su mamá, Pimienta. Llegaron a nuestra casa el 1 de diciembre de 2020. Aún no conocía los collares; fue a mediados de ese mes que los descubrí y quise traerlos para ayudarles a ellos y a muchas otras familias a sobrellevar el miedo a la pólvora y a los ruidos extremos.

Pimienta y Berlín venían con muchas heridas invisibles. No se dejaban tocar, pero encontraron un hogar seguro donde podían sentirse protegidos. Y aunque no llenaban el espacio de mis anteriores hijos peludos, poco a poco aprendimos a entendernos. Pimienta es prácticamente una gatica feral, muy independiente, pero también amorosa a su manera: nos hace ojitos, se estira en la sala cuando estamos viendo TV y, con su lenguaje, nos dice "gracias".

A principios de 2021, llegó Ágata, una gatica que encontramos empapada de sacol (un pegante amarillo). Estaba muy lastimada. La llevamos al veterinario, la curamos… y ya no pudimos separarnos de ella. Poco después, en una feria organizada tras la pandemia, conocí a Nusita en una fundación. Me robó el corazón y también se vino a casa.

Así fue como, de no querer volver a tener gatos, terminé con 4. Mi esposo me dijo (con toda la razón) que los gatos son una adicción: después del primero, uno siempre quiere otro… porque "me falta ese color", "esa personalidad", "ese ronroneo".

Fue también en enero de 2021 cuando me metí de lleno con Pimienta Pets. Conocí a una persona que me ayudó a promocionar los collares, y gracias a ella llegué a muchas familias. Con el tiempo, fui incluyendo más productos: fuentes, comederos, camitas, rascadores, juguetes... todo pensado para mejorar la vida de nuestros hijos peludos.

Decidí entonces crear esta página web. Quiero que sea un espacio útil, lleno de información valiosa, donde puedas encontrar productos, tips, recomendaciones y artículos que te ayuden a ser el mejor papá o mamá de tu manada.

Siempre me referiré a mis gatos como mis hijos, y a los hogares donde habitan como familias peludas o familias multiespecie, porque eso son para mí: familia de verdad. Amor sin condiciones. Compañía. Vida.

Nuestros hijos peludos no usan palabras humanas, pero se comunican todo el tiempo: con sus miradas, con sus maullidos, con sus gestos, con sus silencios. A veces un maullido repetido, un mueble rasguñado o un pipí fuera del arenero no es una “travesura”, es una forma de decirnos “algo me pasa”. Hay que escuchar. Estar atentos. Mirarlos con amor.

En el blog compartiré todo lo que sé y lo que voy aprendiendo: consejos, reflexiones, tips para la convivencia, ideas para calmar el estrés, y mucho más. Porque una familia peluda feliz se construye con paciencia, respeto y mucho, mucho amor.

Gracias por leerme, por estar aquí y por hacer parte de esta historia que sigue creciendo.
Con cariño,
Laura y sus hijos peludos: Pimienta, Berlín, Ágata y Nusita